Llueve
Hoy recorrí muchas librerías de lo viejo en la calle de Donceles, en el centro de la Ciudad de México. Estaba obsesionada por encontrar un libro de Manuel M. Flores (1840-1885). Este poeta es uno de los más representativos del Romanticismo mexicano.
Bueno les voy a contar la historia, cuando yo tendría unos doce años, Cuca, mi tía abuela, me prestaba un libro de poesías de Sor Juana Inés de la Cruz; de éste yo no entendía nada y no me gustaba. Entonces yo le decía: "Préstame el de Manuel M. Flores. Éste si me gusta porque habla de amor, besos y pasión". La tía Cuca me dejaba leerlo, con la condición de que lo leyera allí en su casa y no en la mía.
Cuánto daría por tener en mis manos ese libro de Manuel M. Flores que leí de niña. Tenemos en casa la biblioteca de Cuca, pero el libro ya no está. También me emocionaría a rabiar leer Rosas caídas, el diario de este poeta, publicado en 1953.
Este es un fragmento de los versos que me gustaban:
"Bésame con el beso de tu boca,
cariñosa mitad del alma mía:
un solo beso el corazón invoca,
que la dicha de dos... me mataría..."
Manuel M. Flores
Sé que es cursi, pero cómo amé ese libro. Ahora me entero que este poeta sostuvo relaciones amorosas con Rosario de la Peña, la misma por la que se suicidó el poeta Manuel Acuña. Cuca me contaba que esa mujer organizaba tertulias poéticas en su casa y que más de un poeta estaba enamorado de ella.
No encontré ningún libro de Manuel M. Flores. Llegué a casa con la esperanza de encontrarlo en el librero de Cuca, aunque ya sabía que no estaba. Pero encontré un librito de Juana de Ibarbourou, publicado en 1930. Me acuerdo que cuando iba en la secundaria en mi libro de texto había un poema de ella y me encanta aún, pero no lo voy a poner. Se llama "El dulce milagro".
A continuación escribo un fragmento de su poema "La inquietud fugaz". Para mí, Juana de Ibarbourou es la poetisa de la sensualidad: me refiero al placer de sentir el cuerpo, la naturaleza, el viento...
"He mordido manzanas y he besado tus labios.
Me he abrazado a los pinos olorosos y negros.
Hundí inquieta, mis manos en el agua que corre.
He huroneado en la selva milenaria de cedros"...
Juana de Ibarbourou
Titulé este artículo "Llueve" porque esta lloviendo y por el siguiente poema:
“Noche de lluvia”
Llueve… Espera, no duermas.
Estate atento a lo que dice el viento,
y a lo que dice el agua que golpea
con sus dedos menudos en los vidrios.
Todo mi corazón se vuelve oídos
para escuchar a la hechizada hermana
que ha dormido en el cielo,
que ha visto el sol de cerca,
y baja ahora elástica y alegre
de la mano del viento,
igual que una viajera
que torna de un país de maravilla.
¡Cómo estará de alegre el trigo, amante!
¡Con qué avidez se esponjará la hierba!
¡Cuántos diamantes colgarán ahora
del ramaje profundo de los pinos!
Espera no te duermas. Escuchemos
el ritmo de la lluvia.
Apoya entre mis senos
tu frente taciturna.
[…]
Espera no te duermas. Esta noche
Somos los dos un mundo
aislado por el viento y por la lluvia
entre la cuenca tibia de una alcoba.
[…]
Juana de Ibarbourou
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aquí puedes dejar tus comentarios