Fotos, arte, poesía y diarios

jueves, 10 de enero de 2013

Observa esta foto

Abajo a la derecha hay como una corteza, lo que pudo ser un tronco. Llevo observando esta plantita desde hace más de cinco años. En realidad es un árbol pequeño que crece en una banqueta pegado a una barda. Y muchísimas veces lo cortan al ras del piso, porque cada determinado tiempo alguien corta la hierba y florecillas que crecen silvestres en las banquetas de por donde yo vivo. Amo tanto a este "arbolito" y me da mucha tristeza cuando está mocho y soy la más feliz cuando le empiezan a salir las primeras hojitas.

martes, 8 de enero de 2013

María Baranda y Dulce María Loynaz

Conocí la poesía de María Baranda en el 2003. Jim me regaló "Dylan y las ballenas" un poemario de esta poetisa, que ese mismo año ganó el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes. Conocí a Jim en el primer aniversario luctuoso de mi amiga Mariana Pría Olavarrieta (1960-2002). Sus hermanos la recordaban cada aniversario con celebraciones muy bellas: un año soltamos mariposas y pedimos un deseo; otro, plantamos árboles y otro, volamos globos de cantoya. El primer año fuimos invitadas a bailar Rosario Armenta, Alejandra Bogue y yo, cada una presentamos propuestas muy diferentes. Fueron siempre muy emotivas esas ceremonias, en las que recordábamos a Mariana, celebrábamos el haberla conocido y nos seguíamos despidiendo de ella.  Pues ahí, conocí a Jim, desde que lo vi, pensé éste tiene facha de escritor o poeta.

Al día siguiente fuimos a Coyoacán platicamos de la poetisa cubana Dulce María Loynaz (1902-1997). Jim estaba escribiendo sobre ella y tuvo muchas oportunidades de platicar con ella, los meses que él vivió en La Habana. Me contó anécdotas de cuando Federico García Lorca visitó Cuba y convivió con Dulce María.

Este es un poema de Dulce María Loynaz, quien recibió el premio Cervantes en 1992.


"El sol se ha rajado
y cae un chorro de oro
sobre mi corazón.

Es un oro ardiente
que salta sobre las nubes
roto en chispas,
que muerde mi pecho
con muchos dientecillos encendidos.

El sol se ha rajado
y se desangra en luz
y me está ahogando...

¡Yo me muero del sol!"

Pero a mí me gusta más este fragmento de Dylan y las ballenas de María Baranda

"La cara de una bruja se adivina.
Son las leyendas celtas que supuran
por la piel de tu hijo: Beowulf enterrado
con el tesoro del dragón entre su pecho,
los nobles de la rosa con sus cabellos sueltos
corriendo por el campo,
san Telmo perdido en un grano de arena.
Hay senderos tamposos de barcos fantasmales,
la ruta de Santiago es un vasto rumor
donde tu alma se despoja,
y "¡cállate dulzura!,
le pides al que vaga quejoso y deambulante
entre las grutas verdes de las hadas
y los ríos ilícitos donde la noche se desnuda.
Cantas"

María Baranda. Dylan y las ballenas, Joaquín Mortiz, México, 2003.